lunes, 23 de abril de 2012

Sentenciar sin arriesgar

Khedira anota el 0-1.
El Real Madrid salió claro vencedor del clásico del fútbol español. Tras unos años en los que parecía no poder competir contra el Barcelona de Guardiola en el cara a cara, los blancos consiguieron vencer en campo del máximo rival, y de paso, quitarse de encima un peso que parece más psicológico que de cualquier otra índole. El partido salió a la perfección para los de Mourinho, y parecía seguir punto por punto una hipotética hoja de ruta ideal creada por el técnico madridista. 
El Real Madrid salió y se sintió cómodo. Mucho. Fruto del buen planteamiento de su entrenador, y de la buena disposición de sus jugadores al sufrimiento. No es fácil que 11 jugadores asuman con ganas y buena cara el no tener casi el balón, el tener que estar constantemente corriendo y cerrando espacios, el estar defendiendo más que atacando. Pero así lo hizo el Real Madrid. Quizá porque eran conscientes de que no eran ellos los que tenían que arriesgar. El partido eliminaba desde el inicio la peor de las situaciones a la que se podría enfrentar el equipo de Mourinho: el ataque en estático. No es ningún secreto que el líder (y próximo campeón de la Liga) se atasca más de lo recomendable cuando tiene que llevar la batuta en ataque. No se trata de un conjunto que tenga, entre sus principales virtudes, la creación de ocasiones por elaboración, sino más bien que domina los encuentros fruto de su inmensa capacidad goleadora. Golpea una y otra vez la portería rival. Sin descanso. Del primer al último minuto hasta conseguir su objetivo. Le da igual ganar por 1 o 3 goles. Siempre quieren más (de ahí, su bestial cantidad de goles este año). 
Sin embargo, ese no fue el Real Madrid del clásico. Intentaron golpear al principio, pero apenas fueron unas bofetadas comparadas con sus habituales directos. No tenían necesidad de sacar a relucir toda su artillería. No era obligatoria (ni recomendable) la aportación ofensiva de sus laterales. Hubiera sido un error que sus dos medioscentros se hubieran descolgado al ataque. Así que el peligro del conjunto blanco pasó por el juego parado y los contraataques. Avisó primero Cristiano, castigando a un equipo que solo tenía un jugador de campo por encima del 1'80 metros de altura. Y confirmó las sospechas Khedira, aprovechando dos errores, el primero de Valdés, y el segundo de Puyol.
Si el comienzo del partido suponía un buen escenario para los de Mourinho, el 0-1 era el ideal. Desde ese momento (minuto 17) hasta el 1-2 (minuto 73), el Real Madrid no volvió a tirar entre los 3 palos. Se dedicó a ahogar al Barcelona, y lo hizo a la perfección. Amoldado al juego ofensivo de su rival, el conjunto blanco apenas sufrió hasta el descanso. En la reanudación, más de lo mismo. Se dejaba dominar esperando para dar la estocada final. La entrada de Alexis y el inmediato empate del Barça no cambió nada. Seguía siendo un escenario más que aceptable. No hubo tiempo para comprobar si la apuesta de Guardiola con Alexis hubiera cambiado algo, ya que Özil filtró un pase de mago para que Cristiano hiciera lo que mejor sabe: marcar goles. 
Una vez que este título está sentenciado, habrá que ver el comportamiento del Real Madrid en el otro frente que tiene abierto: la Liga de Campeones. El miércoles se enfrentan al Bayern de Múnich en la vuelta de las semifinales, en un partido que se presenta muy diferente al del sábado. Será el equipo blanco el que tenga que atacar desde el principio. Será el Bayern el que pueda esperar y salir rápido. Un escenario que tampoco desagrada a los bávaros. 

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